Plaza que se caracterizó por la elegancia y tendencia europea
en su mayor apogeo y que sigue vigente para los peruanos.
Plaza San Martín, denominada así para recordar al libertador, que impulsó la independencia del Perú. |
U
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na vendedora de ojos cansados,
con labios resecos que piden un poco de agua, y piel trigueña que oscurece aún
más bajo la intensa luz del sol. Lleva una pequeña gorra azul, inútil para
evitar la insolación. Su pantalón guinda y chompa de rayas blancas y negras son
muestras de una vida humilde, pero no miserable. Camina con recelo, midiendo
cada paso que da en la Plaza San Martín,
observando a las familias que guardan sus momentos felices en diminutas
hojas fotográficas, por las que pagan un sol.
Plano, que muestra los cambios desde que fue un convento hasta cuando se transformó en La Plaza San Martín. |
En el centro de la plaza los
niños aguardan, con miradas inocentes y traviesas, el descenso de las palomas,
sin imaginar que en el año 1601, en este lugar se levantaba el convento de San
Juan de Dios, que fue donado por Cristobal Sánchez y su esposa María Esquivel, para
hospedar a los hombres que vivían en un mundo de religiosidad.
En 1850, el convento pasó a ser
una estación ferroviaria del mismo nombre, muestra de progreso económico, de
elegancia y de la alcurnia de la más prestigiosa se transportaba por la ruta de
Lima-Callao, el tiempo del viaje era de 28 minutos, algo magnífico para los
limeños, que me recuerda que ahora tenemos el Metropolitano.
La demolición del convento San
Juan de Dios era informado por la revista variedades nº 333, el 18 de julio de
1914, para dar inicio a las obras de construcción de la Plaza San Martín,
preparada especialmente para ser inaugurada por el Centenario de la Independencia del Perú, 27 de julio de 1921, por el Presidente Augusto B. Leguía,
que pasó por un momento bochornoso, cuando un joven, Artidoro Cossío,
espectador a la inauguración descubrió el monumento de San Martín.
Demolición del ferrocarril, para convertirse en Plaza. |