jueves, 1 de noviembre de 2012

Para no olvidar

20 años de la Cantuta

Era 25 de abril de 1993, Justo Arizapana Vicente, un humilde reciclador dormía en un relleno sanitario de la quebrada de Chavilca en Cieneguilla como parte de su guardia al pendiente de los plásticos, fierros, papeles y cartones reunidos en un montículo de basura que sirvieran como parte de su labor, pero la presencia de un carro que se asomaba hizo que este no reaccionara y se quedara quieto, una luz andante hacia él impulsó a que corriese a cuanto quebrada lo cubriera convirtiéndose en el principal testigo de la ubicación de los nueves jóvenes estudiantes y un profesor de La Universidad la Cantuta que estaban desaparecidos desde julio de 1992.

FOTOS de los nueves estudiantes y un profesor desaparecidos la noche
de julio en 1992.
“Uno ordenaba: ya bájense las cajas y las  lampas de una vez, como hemos quedado de una vez. ... Ese día escuchaba por la radio el programa de Radioprogramas sobre los desaparecidos de la Cantuta, era el caso más tratado, y supuse que eran ellos, Justo Arizapana relataba para las cámaras del canal dos.

Diez hombres bajaban del carro confirmando que no hubiese testigos de sus acciones, se distribuían de tres en tres con palas y cajas de leche, que iban enterrando. El reciclador, tomó la decisión de escarbar, cuando sus manos sintieron pedazos de carne y ropa pegada,  producto de la incineración, buscó  a su amigo Guillermo Cataroca y juntos dibujaron un mapa con la ubicación de las fosas.   

GUILLERMO CATAROCA Y JUSTO ARIZAPANA cogen el mapa  de la ubicación
de las fosas clandestinas.


Justo y Guillermo introdujeron en un sobre manila el mapa y los restos del hueso de la cadera chamuscada, era remitido para al congresista Roger Cáceres Velásquez, principal investigador de los desaparecidos de la Cantuta. En julio de 1993, la revista “Sí” hacía pública la falta de investigación por las escasas pruebas. Luego de ese día, fiscales con los planos del reciclador hallaban las cuatro fosas clandestinas, que por el análisis forense descubrían que uno de los restos eran del profesor de Educación Inicial Muñoz Sánchez.   



FISCALES revisan el hallazgo de restos humanos quemados
   


Nueve eran los estudiantes sospechosos de la explosión que ocurrió en la avenida Tarata en Miraflores:  Bertila Lozano Torres, Dora Oyague Fierro, Luis Enrique Ortiz Perea, Armando Richard Amaro Cóndor, Robert Édgar Teodoro Espinoza, Heráclides Pablo Meza, Felipe Flores Chipana, Marcelino Rosales Cárdenas, y Juan Gabriel Mariños Figueroa, y junto a su profesor Muñoz Sánchez, fueron torturados, asesinados y quemados por el grupo paramilitar Colina, este tipo de hechos son de los que uno como peruano no debe olvidar.